La evaluación docente, ¿un recurso educativo?
En fechas recientes la noticia de evaluar a los docentes en el sistema educativo hizo presencia no solo en el contexto escolar, sino en el ámbito social, un fenómeno que surgió desde la implantación de política estructural de la llamada reforma educativa con el objetivo de atender problemas cuantitativos reflejados en las evaluaciones masivas realizadas por los organismos internacionales a los alumnos de educación básica.
La concepción de la evaluación no es nueva se dice que aparece con el inicio de la sociedad, la cual siempre ha buscado dar juicios de valor a las acciones y actitudes de otros; la real academia española menciona que evaluar implica “estimar, apreciar, calcular el valor de algo” si bien, el término hace alusión a la apreciación, es necesario argumentar desde diferentes contextos la dimensión de la evaluación como una posible solución a un problema añejo. La evaluación desde su tipología se sabe que es compleja, considerando los diferentes espacios y marcos de interpretación, al presentar varios enfoques posiciona la intención de certificar y valorar lo objetivo de lo subjetivo, como si fuesen aspectos correlacionados entre lo que se dice, se hace y se aprende.
La evaluación docente como recurso no puede ser el principal indicador para la toma de decisiones, es necesario considerar los diferentes contextos sociales, las características socioculturales de las regiones, las necesidades del entorno con respecto a los modelos educativos, pero sobre todo las condiciones de infraestructura material y humana en las diferentes escuelas. El término evaluación es perfectible atiende a la intencionalidad por la que fue creada, se apropia del propósito al anunciar su cumplimiento, propicia la cuantificación de los avances establecidos en una acción; por lo tanto la evaluación es una herramienta vital, pero es necesario replantear la intencionalidad de la misma, no como un recurso que valida lo concreto, sino como una experiencia formativa consecuente de la realidad en la que habita el docente, una realidad que solo se argumenta en el momento en el que se sitúa y que no se reduce a responder parámetros e indicadores establecidos por un marco de legalidad.